El origen del Teatro de Sombras se remonta a los tiempos del hombre prehistórico, cuando éste hacía sombras con sus manos y su cuerpo frente al fuego de las cavernas.
Ya en el siglo IV A.c. en el Mito de la Caverna de platón se nos presentan las sombras como indicadores de la realidad que no son ellas, pero que suponen el continuo recuerdo y referencia de esa realidad del ser. La sombra, a caballo entre lo real y lo ficticio, entre el ser y el no ser, a medio camino entre lo mágico y lo religioso, suponen la imagen más palpable del mundo de lo abstracto, del mundo de las ideas, de aquello que trasciende lo que nuestros sentidos perciben. (1)
En Chile el teatro de sombras aún no es muy utilizado. Son pocos los grupos que se valen de esta técnica para expresar su arte.
El montaje nos presenta, tal como dice su enunciado, un espectáculo lúdico e informal. La música en vivo es un gran aporte al trabajo. Facilita la atmosfera jurasica en que se sitúa la obra y entrega un toque muy personal al montaje. El trabajo también nos regala una sensación agradable de juego de niños en noche de lluvia y sin electricidad. Donde una tela y un punto de luz nos transportan a otros universos y revive el hombre primitivo que enseñaba a través de sombras a los suyos como imaginaba el mundo a su alrededor.
Tito, nuestro protagonista, tiene un sueño: quiere aprender a volar. En su intento en conseguirlo, emprende un viaje en el que vive muchas aventuras.
Tito el Titanosaurio, es un montaje sólido y muy sencillo. Posee como principal característica el cuidado con la elaboración de las figuras que componen la obra. Y también, el modo como recrean el mundo extinto de los dinosaurios. Los colores y sus imágenes. Tiene un toque cinematográfico agradable, fluido y muy divertido.
Las informaciones entregadas al principio de la obras y que sitúan el espectador en el contexto del drama, las distintas especies de dinosaurios y personajes con quien nos encontraremos, son un poco confusas en lo que se refiere a la calidad de comunicación. Por tratarse de nombres y situaciones poco reconocibles carecen más atención al ser emitidas. El ritmo general del espectáculo también es marcado luego a su inicio – un tanto lento – Sin embargo permite el crecimiento del mismo en el transcurso de la obra.
Si bien, la manipulación de las figuras y por consecuencia de las sombras es muy buena al ocupar bien los espacios y jugar con las distorsiones presenta un problema que es común al estilo y también se hace presente cuando el mismo actor o actriz hace distintas voces. En los casos de los muñecos que no tienen movimientos articulados en la cabeza y boca, y comparten espacio con otro personaje, por momentos es difícil identificar cual figura está emitiendo la voz. En un trabajo que tiene un potencial didáctico pedagógico intenso, el detalle adquiere una importancia muy relevante.
Partiendo por el encuentro con dios, Tito es una secuencia de buenas imágenes y divertidos hallados.
A pesar de ser constantemente despreciado por los personajes con quien se encuentra, Tito no se deja caer. Sigue en su intento de ser feliz hasta lograrlo.
La Sombra del Lagarto es una agrupación que toma el trabajo de las sombras muy en serio y alcansa un nivel bastante alto en su puesta en escena.
Por Luciano Bugmann
Ya en el siglo IV A.c. en el Mito de la Caverna de platón se nos presentan las sombras como indicadores de la realidad que no son ellas, pero que suponen el continuo recuerdo y referencia de esa realidad del ser. La sombra, a caballo entre lo real y lo ficticio, entre el ser y el no ser, a medio camino entre lo mágico y lo religioso, suponen la imagen más palpable del mundo de lo abstracto, del mundo de las ideas, de aquello que trasciende lo que nuestros sentidos perciben. (1)
En Chile el teatro de sombras aún no es muy utilizado. Son pocos los grupos que se valen de esta técnica para expresar su arte.
El montaje nos presenta, tal como dice su enunciado, un espectáculo lúdico e informal. La música en vivo es un gran aporte al trabajo. Facilita la atmosfera jurasica en que se sitúa la obra y entrega un toque muy personal al montaje. El trabajo también nos regala una sensación agradable de juego de niños en noche de lluvia y sin electricidad. Donde una tela y un punto de luz nos transportan a otros universos y revive el hombre primitivo que enseñaba a través de sombras a los suyos como imaginaba el mundo a su alrededor.
Tito, nuestro protagonista, tiene un sueño: quiere aprender a volar. En su intento en conseguirlo, emprende un viaje en el que vive muchas aventuras.
Tito el Titanosaurio, es un montaje sólido y muy sencillo. Posee como principal característica el cuidado con la elaboración de las figuras que componen la obra. Y también, el modo como recrean el mundo extinto de los dinosaurios. Los colores y sus imágenes. Tiene un toque cinematográfico agradable, fluido y muy divertido.
Las informaciones entregadas al principio de la obras y que sitúan el espectador en el contexto del drama, las distintas especies de dinosaurios y personajes con quien nos encontraremos, son un poco confusas en lo que se refiere a la calidad de comunicación. Por tratarse de nombres y situaciones poco reconocibles carecen más atención al ser emitidas. El ritmo general del espectáculo también es marcado luego a su inicio – un tanto lento – Sin embargo permite el crecimiento del mismo en el transcurso de la obra.
Si bien, la manipulación de las figuras y por consecuencia de las sombras es muy buena al ocupar bien los espacios y jugar con las distorsiones presenta un problema que es común al estilo y también se hace presente cuando el mismo actor o actriz hace distintas voces. En los casos de los muñecos que no tienen movimientos articulados en la cabeza y boca, y comparten espacio con otro personaje, por momentos es difícil identificar cual figura está emitiendo la voz. En un trabajo que tiene un potencial didáctico pedagógico intenso, el detalle adquiere una importancia muy relevante.
Partiendo por el encuentro con dios, Tito es una secuencia de buenas imágenes y divertidos hallados.
A pesar de ser constantemente despreciado por los personajes con quien se encuentra, Tito no se deja caer. Sigue en su intento de ser feliz hasta lograrlo.
La Sombra del Lagarto es una agrupación que toma el trabajo de las sombras muy en serio y alcansa un nivel bastante alto en su puesta en escena.
Por Luciano Bugmann
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